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Wild God: la fe, la esperanza y la carnicería de Nick Cave

En los escritos completos del poeta San Juan de la Cruz, el lugar que ocupan las canciones y las alabanzas a Dios es mucho menor que la explicación de estos cantos y súplicas porque, en el fondo, los poemas son mensajes codificados sobre la teología que postula. Por ejemplo, mientras que el poema “Noche oscura” narra superficialmente el camino de una persona hacia la ausencia de Dios, en la explicación, San Juan desgrana cada uno de sus versos para explicar que dicha noche es el camino cuando se está lejos de dios, porque se ha apostado a vivir en el mundo de los placeres.

De igual manera, las canciones que componen el nuevo disco de Nick Cave & The Bad Seeds necesitan, probablemente, una explicación paralela al texto, donde las canciones tienen múltiples significados por sí mismas, pero parecen surgir y estar ancladas en un terreno más firme y estable, el cual es el mismo terreno de ternura y vulnerabilidad en el que se ha encontrado la música de esta banda y de su vocalista principal en sus dos discos anteriores.

De hecho, el poema de San Juan de la Cruz sirve como base para una de las canciones del disco, de manera que no es descabellado pensar que la base teórica para interpretar el Wild God sea Fe, esperanza y carnicería (2023); un libro editado por Sexto Piso que contiene una conversación larguísima, en muchas sesiones y en diversos temas, entre Cave y el periodista cultural Sean O’Hagan.


Crucifixiones


El músico australiano Nick Cave, frontman de la banda, ha vivido una serie constante de crucifixiones en los últimos años. Éstas han quedado registradas en papel porque entre todas las cosas que hizo durante la pandemia estuvo la publicación del libro Fe, esperanza y carnicería, y es a través de este libro que uno puede adentrarse en la vida cotidiana de Cave, en su espiritualidad, su relación con el pasado y el futuro (a veces predicho en sus canciones). Tras la publicación de su álbum Push the sky away (2013), Cave vivió la pérdida de dos de sus cuatro hijos; la defunción de su madre, quien siempre lo apoyó en su carrera musical; la de algunos de sus antiguos colegas artistas, así como la de su expareja Anita Lane, y en este terrible proceso ha sentido que su personalidad se despedaza y tiene que recoger los fragmentos del piso para volver a armar su vida.

El evento que inició esta serie de desgracias fue la muerte de Arthur Cave, uno de sus hijos menores; por ende, durante las grabaciones del disco Skeleton Tree (2016), Nick Cave entró en los lodosos terrenos del duelo. Durante meses no sabía qué hacer ni cómo iban a continuar con el disco grabado a medias. En algún momento del diálogo con O’Hagan, Cave confiesa que apenas recuerda esa época y que fue Warren Ellis quien le recordó lo vivido en aquellas semanas: una noche Cave llegó de golpe a casa de Ellis diciendo que lo único que siempre lo salvaba era la música y que tenían que sentarse a trabajar. Ellis preguntó cuándo y Cave, sin dudarlo, dijo: “ahora mismo”. En aquel momento se continuó el trabajo de grabación, para el cual, finalmente, viajaron a París y grabaron aquellas canciones escritas antes de la tragedia que, sin embargo, parecían haberla anunciado. Acudían al estudio, Cave cantaba sin muchos ánimos y posaba frente a las cámaras de Andre Dominik, quien filmaba la película que acompañaría la promoción del disco. Sin embargo, quien sostuvo la grabación del disco fue Warren Ellis, uno de sus más importantes colaboradores. No es ninguna sorpresa, entonces, que en el diseño interior de Ghosteen (2019), el siguiente proyecto de la banda, sólo aparecieran Nick Cave y Warren Ellis frente a un fondo rosado que asemeja un paisaje apocalíptico.

Todo esto lo cuenta Cave a O’Hagan y, también, añade que la relación musical con Warren ha pasado de ser una simple amistad con temas afines, a una colaboración en la que cada uno tiene una tarea (Cave escribe y Warren compone), pero en la que pueden improvisar sin partir de algún punto en específico. Tanto las sesiones originales de Ghosteen como las de Carnage (2021), un disco que publicaron como dueto, fueron compuestas con melodías que surgieron al jugar con los sonidos, divirtiéndose e improvisando: “Bueno, no es que se tenga algún tipo de control real sobre el proceso cuando comienzas a improvisar en un estudio. De hecho, es casi lo contrario: tienes que, de alguna forma, rendirte y tan solo dejarte llevar por las exigencias secretas de la canción. En cierto sentido, es el no-saber y el no-estar al mando lo que resulta muy estimulante. […] Warren y yo somos dos personas que estamos en la misma sintonía en sintonía el uno con el otro, y hemos desarrollado cierto tipo de pericia en cuanto a la música accidental, y confiamos plenamente en nuestro proceso”, menciona el cantante australiano a O’Hagan. 

En el proceso de las interminables charlas que componen Fe, esperanza y carnicería, Cave acepta de manera directa sus creencias religiosas: tras muchos años de “vagas creencias espirituales”, como les dicen en alcohólicos anónimos a la duda religiosa que corroe al alma del adicto. Ahora está seguro de que es cristiano, en el sentido estricto de la palabra, y habla de la importancia de la creencia como un mecanismo para sobrevivir las carnicerías y los problemas cotidianos.

Como en el momento en que logró rehabilitarse por completo de la heroína, proceso que intentó muchas veces sin obtener resultados, y que finalmente logró hasta casarse con Susie Brick, su actual esposa. Cuando se conocieron, la gente que rodeaba a Susie le sugería alejarse del músico adicto a las jeringas y cuya vida personal era un desastre. Y así lo hizo. Sin embargo, un día apareció por su casa y le dijo que intentó alejarse pero no pudo. Así, Cave lo entendió: si no hacía algo con sus adicciones iba a dañarla. El tema de esto es abordado en la canción “And no more shall we part”, del disco homónimo de The Bad Seeds; pero a su vez, también en la canción “Final Rescue Attempt”, de Wild God.


Encontrar la fe


La transformación de la identidad es un tema importante en la trayectoria de Nick Cave, como músico y como persona. Al ser cristiano ortodoxo, imprime mucha importancia a la vida de Cristo en sus canciones, de manera que el episodio de la crucifixión se inserta en el imaginario de su música como un sacrificio extraordinario y una tragedia religiosa; pero en muchas ocasiones las crucifixiones suelen ocurrir de manera cotidiana, al sobrellevar los martirios que implica el día a día, porque en las escrituras bíblicas, Jesucristo regresa con sus discípulos y luego asciende a los cielos para reinar a la izquierda de Dios y sin intención de cometer un anatema, ¿qué hubiera pasado si Cristo se hubiera quedado en la tierra?

En Fe, esperanza y carnicería, Cave hace un recuento de la trayectoria de su biografía espiritual. Por un lado, siempre se vio atraído por la iconografía religiosa de occidente (como La decapitación de San Juan Bautista, de Pierre Puvis de Chavannes o las pinturas de Goya), y al ingresar en la escuela de artes quiso volverse pintor antes de encontrarse con la obra plástica de figurativo sucio de Oskar Kokoschka y Egon Schile. Considera que los conciertos de su primera banda, The Birthday Party, eran rituales religiosos a su manera.

O’Hagan, a su vez desde su posición atea, logra coordinar un entendimiento mutuo en el que además hablan del poder casi sobrenatural de las canciones para predecir cosas sobre el futuro. Por ejemplo, Skeleton Tree fue compuesto antes de la muerte de su hijo Arthur, pero a su vez pareciera haber sido escrito después; de la misma manera que algunas canciones del álbum The Boatman’s Call, fueron iniciadas mucho antes de la ruptura de su relación con Pollyjean Harvey. Como contraparte, en el nuevo disco, las canciones “Joy!” y “Long Dark night”, abiertamente religiosas, líricas y que parecieran escrituras para atraer fe al disco, son baladas lentas, con piano y sonido atmosférico de sintetizador, que hablan sobre el pesar y la tristeza de la pérdida y de la melancolía adquirida como hábito.

“Long Dark Night” toma el camino religioso y habla más bien de la “noche oscura” de San Juan de la Cruz: para Cave, esta imagen ahora debe haber estado presente desde la muerte de Arthur y el proceso de aceptación de esa pérdida. San Juan de la Cruz postula que la persona se encuentra en la ‘noche oscura’ cuando se aleja de Dios por concentrarse en los placeres de la vida física y argumenta que la única manera de salir de ésta es regresando a Dios y fundiendo el alma con él. En “Long Dark Night” hay un personaje buscando a un dios de cabello largo, porque siente el advenimiento de una temporada de largas noches oscuras; solo que en la narrativa interna de Wild God, el tema central del disco es un dios salvaje que se asemeja a lo pagano.

La canción que le da título al disco narra la historia de un dios que baja a la tierra y empieza a recorrer un mundo del cuál está desconectado, pero también un mundo ficcional dentro de las canciones de Cave: el dios salvaje primero busca a una chica que vivía en Jubilee Street, una alusión a otra canción de los Bad Seeds: en ésta, una prostituta escapa de unos perseguidores mafiosos que buscan apropiarse la plaza de la zona de tolerancia, y se esconde en una habitación: “estoy sola ahora, estoy más allá de las recriminaciones. / Las cortinas fueron cerradas, los muebles se han ido. / Me estoy transformando, estoy vibrando, estoy vibrando. Estoy volando, ¡mírame ahora!”.

El dios salvaje de la nueva canción, sin embargo, descubre que la chica murió en 1993, así que vuela a lo más alto del mundo y pregunta: ¿dónde está mi gente?, ¿dónde está mi gente que permitirá que su espíritu descienda? 

En paralelo a su trabajo como músico y alfarero, Nick Cave ha mantenido activa una página web titulada The Red Hand Files. Desde dicho blog responde a preguntas de cualquier persona, prácticamente sobre cualquier tema: no hay mediadores, el diálogo es entre quien se acerque a la página y él. Sobre el significado de Wild God respondió: “Se lanza sobre la tierra, el cielo, el mar, a través de su historia, a través de su memoria, como un ‘pájaro prehistórico’, buscando a alguien que lo mire y crea. ‘¿Dónde está mi gente?’, él llora. El dios salvaje de mi canción está buscando lo que todos buscamos: no algo en lo que creer, sino alguien que crea en nosotros. En esta era terapéutica se nos dice que nuestra autoestima no debe depender de la validación de los demás, que es un trabajo interno, pero la verdad es que somos animales sociales que dependemos en gran medida del respeto y el elogio de los demás. Esto es lo que nos une, es lo que nos dignifica: una mirada verdadera y común. Pequeños actos de bondad o cortesía ordinaria, o simples gestos de aprecio mutuo, que hablan a nuestro mundo cada vez más individualizado y dicen: ‘Creo en ti’. Ya sea un dios salvaje, el hijo de Dios o un simple mortal, todos estamos atrapados en una dependencia mutua, apoyándonos, elevándose, viéndonos y creyendo unos en otros. La canción Wild God finalmente dice: “las cosas realmente importan. Somos de enorme valor. Creemos. Quizás todas mis canciones digan eso”.


La esperanza


En Fe, esperanza y carnicería, Cave confiesa que antes de la pérdida de su hijo, él miraba la vida de una manera distinta. Una manera más indulgente y contemplativa, donde nada de lo que ocurría en el mundo tenía que ver con él. Pero en el fondo el joven Nick Cave y el viejo Nick Cave siguen siendo la misma serpiente ponzoñosa.

En Wild God esto se refleja en canciones como “Cinnamon Horses”, la cual parece el himno de alguien que quiere dejar claro que el mundo ha sido aceptado como un espacio para vivir la esperanza, pero que a veces las cosas están condicionadas a tener problemas de raíz: “dije que no podíamos amar a alguien / sin herir a alguien”. Con canciones que parecieran más ancladas en el presente y en el pasado, por otro lado, Wild God abre y cierra con melodías de marineros y estrofas repetidas que constituyen burlas a partir de melodías alegres y juguetonas; estas son “Song of the Lake” y “As the Waters Cover the Sea”. De manera consciente, éstas dan continuidad a la serie de canciones emblemáticas que han abierto y cerrado los discos de The Bad Seeds. Por ejemplo: “The Mercy Seat” abre el Tender Prey (1988) con una declaración de principios en la que un condenado a la silla eléctrica argumenta: “de todos modos conté la verdad / no tengo miedo de morir”; mientras que en en Skeleton Tree, la canción homónima declara en su final: “mañana de domingo, árbol de esqueletos, nada es gratuito”. De alguna manera, este marco de canciones lúcidas y emotivas cambian el humor de una música que, anteriormente, había sido fragmentada; empieza a unir los fragmentos en los que Cave cree haberse convertido una vez que vivió la gran devastación de su vida. Como diría Leonard Cohen: “Él dijo que todos los hombres podrían ser marineros hasta que el océano decide liberarlos”.

El resto del álbum navega entre esas sensaciones más positivas. Mientras que en sus últimos cuatro discos el discurso de sus canciones ha tendido a ser serio —imprimiendo una suerte de gravitas, una de las virtudes romanas que consistía en expresar dignidad y seriedad exenta de toda frivolidad—, también se ha permitido volverse más divertido en cuanto a lenguaje y en cuanto a construcción de imágenes. De alguna manera, “Frogs”, la tercera canción, parece plantear una situación romántica y juguetona en la que, mientras el narrador camina bajo la lluvia con su amada, de pronto se transforma en un sapo que empieza a saltar entre los charcos. Sin embargo, la alegría no está peleada con la severidad: en el disco aparece “Conversion”, que representa el proceso de una persona enfrentándose a algo más grande que ella; la canción comienza muy lento, como un sermón de iglesia, y la voz de Cave se pierde entre un coro góspel de mujeres.

La canción narra la historia de una mujer que se enfrenta a un ‘dios’ en un campo lleno de rocas, hasta que éste último la ataca y “la toca con el espíritu y la toca con el fuego”. Mientras que la mayoría de sus canciones surgen de experiencias que suele explayar, en este caso, “Conversion” surge de una experiencia de Susie, quien le pidió que no la repitiera; si la anécdota es literal o metafórica, es algo que no se ha revelado pero que bien podría surgir de la empatía matrimonial que hay entre ambos.

Finalmente, “O Wow O Wow (How Wonderful She Is)” habla sobre la artista plástica y también compositora Anita Lane, pareja de Cave en su juventud y amiga de toda la vida. En Fe, esperanza y carnicería, Cave revela el contacto que tuvo con Anita en los últimos años de ella; con quien, por la diferencia geográfica, solían hablar por teléfono. En aquel momento Anita estaba enferma (no explica a fondo de qué), y ella le comenta que siempre lo ha querido, en lo que Cave encuentra un presagio ominoso. Más que hablar sobre la mujer, la música le permite hablarle a ella: Cave grabó, en algún punto, una de sus últimas charlas con Anita. Ella le comenta: “¿Recuerdas que solíamos realmente divertirnos? Porque sólo nos teníamos a nosotros, burlándonos por todos lados, realmente relajados, sin estar bajo ninguna presión. ¡Creo que así es como hacíamos canciones! Recuerdo que estábamos en la cama, y que imaginábamos que había alguien en el piso de arriba: no sé si escuchábamos pasos o los imaginábamos o si luego inventamos la historia. Fue en ese espacio cerca de la prisión de Brixton. Ni siquiera me di cuenta que no estaba ocurriendo. Intentamos escribir un contrato de amor pero lo único que logramos hacer fue el marco, no había ninguna palabra en él. Que creo que dice más de lo que cualquier otra cosa pudiera decir”. 

Esto es triste, revela Cave a O’Hagan, porque Anita merecía una mejor vida y se dejó destruir por las adicciones y las enfermedades. Hay gente que es su peor enemiga, concluye.


La alegría


Como mencionaba anteriormente: ¿qué es lo que sigue después de la crucifixión, después de haber sido desnudado ante tus iguales y haber pagado tus pecados? Quizá lo que quede es un lenguaje quebrado, basado en experiencias o en la filosofía propia de una vida que se va reconstruyendo, el cual plantea que la misma continúa después de las catástrofes, carnicerías y crucifixiones, y que finalmente, para éstas vivimos. Como decía el filósofo Jean Paul Sartre interpretando a Dostoievski: en caso de que Dios no exista, no existen preceptos que justifiquen o guíen nuestro andar, debemos inventarlos. Y todos los días. Todo esto es discutido acalorada, pero amistosamente, entre Nick Cave y Sean O’Hagan en Fe, esperanza y carnicería, hasta que el libro llega a final, justo unas semanas antes de las grabaciones de Wild God.

Porque, además, en el libro se revelan los procesos creativos de Nick Cave a la hora de componer un disco. Desde la duda inicial, en la que escribe frases y palabras en un cuaderno las cuales no tienen sentido ni conexión entre ellas; hasta cuando empiezan a surgir las canciones y las transcribe en una máquina de escribir para volver a pegarlas en el cuaderno. Sólo entonces se une con sus cómplices creativos, sean Warren Ellis o cualquiera de los miembros de The Bad Seeds. Pero es un proceso doloroso: Susie se da cuenta de que está empezando a escribir, siempre, porque se pone de un humor horrible. Pero las canciones van tomando elementos de su vida cotidiana y las transforman en música: en una de las entradas más recientes de The Red Hand Files confiesa a una fan que cada una de las canciones tiene un significado: “Estoy emocionado de que todos puedan escuchar el disco completo. Entonces podré decirles algunas cosas más que deben conocer: como, por ejemplo, por qué Anita está hablando; por qué Kris Kristofferson camina y sale de la canción épica ‘Frogs’; cuál es el evento real en ‘Conversion’; por qué este disco es tan alegre cuando todos en las canciones están muertos; por qué mi esposa finalmente despierta tras años de dormir; cuál es el nombre real del narrador en ‘Long Dark Night’; quiénes son las docenas de vampiros blancos en ‘Cinnamon Horses’; y por qué hay mucha agua. Pero todo esto, supongo, tendrá que esperar”.

Como hizo San Juan de la Cruz en su poesía mística, buscando trazar un camino mediante el cual los creyentes puedan dejar la noche oscura y acercarse a Dios, Nick Cave habla sobre su vida usando un lenguaje que puede ser descifrado y aprendido por alguien que lo necesite; en éste, nunca falta la calidad musical, el virtuosismo de sus músicos y el duende para cantar mientras se va la vida en ello. Pero volviendo, y para cerrar, ¿qué sigue tras la devastación narrada en Fe, esperanza y carnicería? El mismo Cave da la respuesta en “Joy!”: “Todos hemos tenido demasiada tristeza ya, es tiempo de la alegría”.


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