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Los 50 álbumes favoritos de Cluster 2010-2019, parte 5

Actualizado: 26 may 2020


 

Reptar // Body Faucet (2012)

por Alex Ramírez

 

Según yo, no soy gay. Nunca me he sentido atraído sexualmente por otro hombre. Obviamente Timothe Chalamet y el profe de alemán de la secundaria no cuentan. Por lo tanto, mi despertar sexual tuvo mucho menos brillantina que el de otros (y otras), y a decir verdad siento un poco de envidia. Creo que ese despertar ha de ser de las cosas más bonitas y bizarras que un niño o niña puede sentir. Pero hablo por anécdotas que he escuchado; historias épicas de enfrentamientos familiares y mucho, mucho llanto, no por experiencia propia. Sin embargo, creo que si ese sentimiento, para mí tan desconocido, se pudiera guardar en un frasco, y si ese frasco se agitara lo suficiente, al ser abierto saldría el disco debut de Reptar. La radiante energía de Body Faucet es tan pegajosa como sus coros. Soy físicamente incapaz de escucharlo sin sonreír como imbécil y rebotar mi cabeza sin parar. “Sweet Sipping Soda” (la cual sale en el soundtrack del FIFA 13 [para futuras referencias toda mi música la saco del FIFA]) puede ser la canción más divertida que he escuchado en toda mi puta y heterosexual vida. Siempre que llego a este disco siento que la cagué, sobre todo si escucho “Sweet Sipping Soda”, porque no importa si son las tres de la mañana o las doce del día, si esa alegre guitarrita toca mis oídos me veo obligado a escucharlo completo. Y además, porque me odio, escucho la versión deluxe, que viene con cinco canciones más, incluyendo “Context Clues” (que suena como si una juguetería cobrara vida a la mitad de la noche) y “Phonetics” (la cual cierra todo con un colorido moño). Un disco que toca la sexualidad como pocos otros y que perfectamente podría sonar en la boda de Bob Esponja y Patricio.

Postdata; no le digan a nadie, pero en el youtube hay una canción que no está en el disco, se llama “In Through the Eyelids” y es una joya.


 

Arctic Monkeys // AM (2013)

por Mariana Sánchez

 

Si bien sobre este álbum existen opiniones visiblemente polarizadas, he decidido incluirlo en mi selección por razones que en lo personal van más allá del valor musical. El periodo en el que lo ubico es uno de los más relevantes en mi década, ya que fue en plena adolescencia, esa época en la que todos estamos incómodos con cómo nos vemos, con cómo nos comportamos, inseguros por nuestros gustos, con ganas de descubrir cosas nuevas e ir definiéndonos como personas. En realidad creo que yo descubrí el álbum más tarde que la mayoría ya que, aunque conocía algunas de las canciones de la banda, el nombre me sonaba y sabía que mis amigos eran grandes fans, la primera vez que recuerdo haberlos escuchado fue en tercero -¿o segundo?- de secundaria, en uno de esos días al final del semestre en el que ya nada tiene estructura y todos hacen lo que quieren. Una amiga me prestó un audífono para que lo escucháramos, y me conmovió inmediatamente: la instrumentación sencilla con un toque retro, junto con el timbre triste y aguardientoso del vocalista (Alex Turner), las canciones que caían dentro de un mismo estilo pero que a la vez iban variando mucho de una a otra, me provocaron un sentimiento de algo así como melancolía placentera, algo que nunca antes había experimentado, o por lo menos no que lo recordara. No sé si en mi caso se trata de la época, el contexto y el ambiente en los que lo escuché por primera vez, pero definitivamente puedo decir que se queda en mi discografía de vida.


 

Fall Out Boy // Save Rock and Roll (2013)

por Luis Casillas

 

Muchas veces, la manera de salvar un género es re-inventándolo. Fall Out Boy se separó en el año 2009, y en verdad parecía que jamás se volverían a juntar. Y sin embargo, el 4 de febrero de 2013, todos despertamos para poder encontrarnos una nueva canción, un nuevo video musical, y el anuncio de un nuevo disco por parte de uno de los pilares de la trinidad emo. Fall Out Boy había regresado. Un álbum mucho más maduro, con letras igual de bien cuidadas que siempre, pero con una instrumentación mucho más adecuada a la década. Colaboraciones con Foxes o Elton John, nos hablaban de una banda que había vuelto con una idea muy diferente. De llenar recintos intensos y sudorosos, a llenar estadios y a salir de gira con Green Day. Una misma banda, un nuevo estilo, pero sin duda un disco que con un fuerte golpe, los ponía como uno de los grandes de la década.


 

The Districts // A Flourish and a Spoil (2015)

por Clara Hoffmann de Buen

 

A Flourish and a Spoil es el segundo álbum de The Districts, cuyos miembros son amigos de preparatoria que sobrevivieron el paso del tiempo. Es fácil percibirlo como un álbum desordenado, un álbum que invita al desastre. Es uno que escuchas mientras sacudes la cabeza, cierras los ojos y formas un puño con las manos. Las descripciones anteriores logran que parezca un álbum pesado, pero no lo es: A Flourish and a Spoil es un álbum de indie rock con elementos que parecen descuidados, pero realmente fueron añadidos para aumentar el sentimiento de originalidad y crudeza que caracterizan a la obra. Sería atroz no mencionar Young Blood, en mi opinión, la mejor canción del álbum. Es particularmente importante debido a la conexión que tiene con mis mejores amigos, pero además de eso es una increíble obra musical. Con letras impertinentes e instrumentos que al final parecen descontrolados, The Districts logró crear la perfecta canción para simbolizar lo aterrorizador que puede ser crecer. Escúchenlo. Griten.


 

Hop Along // Bark Your Head Off, Dog (2018)

por Mathias Ball Escamilla

 

Hay discos que necesitas tiempo para entrarles bien y otros que desde la primera vez te fascinan; para mí Bark Your Head Off, Dog de Hop Along entra en la segunda categoría, y me pareció tan maravilloso cuando me encontré con él que le arrebató mi atención por completo a toda la demás música que estaba escuchando en el momento. La voz de Frances Quinlan es el elemento sobresaliente de la música; su desempeño vocal es realmente impresionante, domina tanto las facetas agresivas como tiernas de su voz, y por si sola crearía algo excepcional. Por suerte no está sola, sino que cuenta con un acompañamiento increíble que ayuda a que las historias poderosas que cuenta tengan aún más impacto, y tal como Quinlan, sus compañeros de banda sobresalen en su control de su instrumento y su unión, permitiendo que complementen perfectamente a su vocalista y le den toda la oportunidad de brillar.


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