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Foto del escritorClara Hoffmann

Homenaje al ruido

Actualizado: 28 mar 2022


No siento ni una pizca de interés por el ruido de los coches que transitan mi colonia y el crujido de las ventanas después del paso de un camión me resulta indiferente. El incesante zumbido de la bomba de agua me harta cada día más rápido, el soplar de mi computadora cada vez que la utilizo acaba con mi buen humor y los anuncios en la calle de un sinfín de servicios se han convertido en un fastidio del que intento escapar sin éxito. Los audífonos ocasionan berrinches internos, las voces de mis profesores a primera hora de la mañana requieren cada día más paciencia y los transeúntes que hablan del otro lado de mi ventana pasaron de ser un interesante chisme a una interrupción innecesaria. Estoy cansada de recibir malas noticias, estoy cansada de los comentarios dolorosos, estoy cansada del ruido.





¿Qué me gusta oír, entonces?






No me gusta que el ruido me interrumpa.

No me gusta que el ruido se imponga.

No me gusta que el ruido me asuste.

Me gusta que el ruido aparezca, me sorprenda, me visite.

Me gusta que el ruido sea amable, cariñoso, compañero.

Me gusta que el ruido crezca, que aumente con cuidado, que sea elegido.


La voz de mi hermano cuando me saluda en la mañana será por siempre mi sonido favorito. La fuerza de sus pisadas cuando sube las escaleras, las ruedas de su silla cuando se desliza a lo largo de su cuarto, el sonido de su risa cuando consigo decir un comentario suficientemente bobo como para ocasionar tal reacción, hasta el escándalo de la licuadora tan temprano en el día cuando prepara sus menjurjes de proteína; me recuerdan que está, son evidencia de un amor. El tono de voz de mi novia cuando habla sólo para mis oídos es un sonido que atesoro. El crujido de la puerta del baño cuando se levanta en las mañanas, el choque de los sartenes colgados en la cocina diminuta, las canciones dedicadas, las risas chismosas, los besitos enviados, las notas de voz, los apodos con cariño, las dedicaciones de amor. Estoy enamorada de los decires amables, estoy enamorada de los sonidos de compañía, estoy enamorada del ruido.







¿Qué elegir? ¿Qué escuchar? ¿Hago suficiente ruido? ¿Me escucho?





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