El 28 de septiembre de 1999, en Champaign, Illinois, Polyvinyl Records—entonces una disquera pequeña que sólo había estado publicando música por tres años—lanzó el primer álbum, autotitulado, de una banda local llamada American Football. Formada en 1997, la banda—cuyos miembros eran Mike Kinsella (voz, guitarra), Steve Holmes (guitarra) y Steve Lamos (batería, trompeta)—tenía un solo lanzamiento anterior, un EP (también autotitulado) de tres canciones que habían sacado igual con Polyvinyl en el 98. El álbum tuvo algo de éxito en estaciones de radio universitarias, principalmente por la asociación con las bandas pasadas de Kinsella, Cap’n Jazz y Joan of Arc. Sin embargo, en menos de un año la banda había desaparecido: primero decidieron dejar de tocar en vivo y finalmente se separaron por completo. Realmente no era gran sorpresa: los tres integrantes habían terminado sus estudios en the University of Illinois at Urbana-Champaign y decidido abandonar el pueblo universitario; además, desde sus inicios ninguno había tenido grandes ambiciones para la banda, que comenzó simplemente como sesiones de jam.
And yet veinte años después aquí estoy escribiendo al respecto. El álbum no se perdió, no desapareció; a pesar de que la banda existió por menos de tres años, a pesar de que tocaron casi exclusivamente en Illinois, a pesar de que dejaron a su suerte a su creación tan pronto después de su lanzamiento; a pesar de todo eso el álbum no sólo no desapareció sino que perduró y floreció. American Football es un álbum icónico, un hito del emo y el math rock, y de los discos de rock más influyentes en el siglo XX (quizá tú no lo has escuchado [¡aún!], pero te aseguro que alguna banda que te encanta sí y se nota en su música). Se necesita de algo especial para que un proyecto musical—especialmente uno prácticamente muerto desde el nacimiento como American Football—alcance los niveles a los que ha llegado este álbum, pero es que American Football es verdaderamente muy especial.
Pero, ¿qué hace tan especial a American Football? He estado pensando mucho en cómo expresarlo efectivamente y debo admitir que he fallado. Lo que puedo decir es que a mi parecer uno de los grandes atractivos del álbum es su honestidad, la cual se aprecia tanto en la letra como en la música; es como una puerta abierta invitándonos a entrar a un espacio íntimo. Creo que es más común sentir intimidad a través de las palabras, aunque no digo que sea algo fácil de lograr; la letra de Kinsella es conmovedora e ingeniosa, y consigue ser específica y personal al mismo tiempo que se siente universal y fácil de identificarse con ella. Pero es musicalmente donde siento que los tres jóvenes realmente sobresalen, en su habilidad de crear piezas expansivas, complejas y envolventes con tan pocos elementos. La banda se abstiene de usar las estructuras, time signatures y la división de guitarra principal/guitarra rítmica tan comunes del rock, y en lugar opta por composiciones contemplativas que se van desenvolviendo poco a poco, basadas alrededor del juego de entrelazamiento entre las guitarras brillantes de Kinsella y Holmes (lead rhythm y rhythm lead, como Holmes se refirió a su división de labores) con la batería dinámica y perfectamente interpretada de Lamos.
Esta breve descripción no le hace justicia a la excelencia de American Football, así que les recomiendo desde el fondo de mi corazón que vayan a escuchar este álbum, que si no es perfecto (aunque yo diría que sí lo es), definitivamente es excelente, oro puro de principio a fin. Eventualmente American Football regresó: en el 2014, el mismo año que Polyvinyl lanzó una versión deluxe de su icónico debut, la banda tocó sus primeros conciertos en más de una década, en Champaign y Nueva York, antes de empezar una gira mundial. Desde entonces la banda ha estado de gira casi constantemente y han sacado dos álbumes más, ambos también titulados American Football, conocidos como LP2 y LP3 (2016 y 2019, respectivamente) (de los cuales escribiré en una entrada futura). Pero American Football existe afuera de la banda y de su material posterior, existe de forma independiente; creo que no sería descabellado decir que la creación ha superado a sus creadores. Un álbum que seguramente muchos de los involucrados pensaban sólo recolectaría polvo en algún estante metafórico perduró y se volvió icónico gracias a la genialidad de sus composiciones y tanta gente que, como yo, no pudo evitar decir “deberías escuchar esto”. American Football pensó “I think I can” y sí pudo; realmente es the little album that could.
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